El amor y la violencia, hablando con propiedad, son los opuestos polares.
El amor permite al otro ser, pero con afecto y preocupación.
La violencia intenta limitar la libertad del otro, para obligarlo a actuar de la forma que ella desea, con falta de preocupación e indiferencia.
R. D. Laing.
La etimología de la palabra colusión alude a un “jugar con”; y se puede añadir la idea de “afectar a un tercero”. En SexualidadES es muy importante reflexionar sobre este JUGAR CON, ya que para Laing es un juego donde la mayoría de nosotrxs nos engañamos, por tratarse de ideas generales que hemos aceptado como verdaderas y que viajan a través de creencias, etiquetas, explicaciones, estereotipos, valores, definiciones, clasificaciones, jerarquizaciones y/o divisiones que crean la seguridad que conocemos “el buen vivir”, “cómo debemos vivir”, ”qué es lo que hay que hacer en la vida”.
La mayoría tomamos todo esto como base para normalizarnos y normalizar a lxs otrxs. Cabe mencionar que muchas de estas ideas ya existían antes de que nosotrxs surgiéramos al mundo, por lo tanto desde que surgimos ya se consideraban como “LA manera de vivir”. Otras, las vamos co-construyendo a partir de nuestra gana por encontrar “el BUEN vivir”, que en ocasiones nos aporta mucho sentido y se convierte en una alternativa para alejar la angustia.
La mayoría vivimos engañadxs por el estilo de vida que hemos aprendido, y lo recreamos y transmitimos como si fuera “LA verdad”. Así, creemos que hay formas de vida que son normales, saludables y buenas, mientras que otras son anormales, enfermas y malas.
La oportunidad para reflexionar sobre estas colusiones me la brindaron dos clientas que llegaron a mi consultorio. Tocaron, les abrí, y lo primero que pensé al ver a las dos mujeres fue: “Una pareja gay”. Les indiqué donde estaba mi consultorio. También les ofrecí agua o café, como muchas veces acostumbro. Ellas se encaminaron al consultorio mientras yo iba por lo ofrecido. Una vez con ello, entré al consultorio. Miré a cada una de ellas parada atrás de las dos sillas que estaban colocadas frente a la mía, y en cuanto cerré la puerta una de ellas dijo: “Nos habían dicho que eras bueno, pero ahora sabemos que tú no nos puedes ayudar”. “¿Por qué?” pregunté. Una de ellas, un poco molesta, dijo: “Tú esperas a una pareja”, indicando las dos sillas, y prosiguió: “Nosotros somos un trío. Él se quedó afuera intentando estacionar el automóvil, ya debes saber que no es fácil estacionarse afuera. Más allá de poner otra silla, tú piensas en términos pareja, y ese tipo de terapeutas nos han lastimado mucho”. Me preguntaron si debían algo y salieron rápidamente.
Me senté y reflexione sobre lo que había pasado, al principio con enojo por su actitud, unos minutos después con asombro y, por qué no decirlo, con vergüenza. Tenían razón. Yo esperaba una pareja y no un trío. Esto revolucionó mi cabeza, ya que por aquel entonces yo era coordinador del área clínica del IMESEX, y había terminado justo de crear doce módulos de terapia de pareja para formar a Sexólogxs Clínicxs. Me sentí ridículo. Quizá para manejar la vergüenza que sentí en ese momento, a veces en clases cuando cuento esto bromeo y le agrego lo siguiente: me sentí, más bien, como de Instituto Conservador de la Moral y las Buenas Costumbres… S. C.
Lo primero que hice fue justamente romper esos doce módulos, que estaban resguardados en mi consultorio. Me di cuenta de cómo, aunque ya llevaba algunos años hablando de sexología, jamás había cuestionado el término pareja y, lo que es más terrible, seguía formando generaciones de sexólogxs en terapia de pareja. Yo, que supuestamente era un “guardián” de la diversidad, estaba fallando, y no sólo eso, repito: formaba a terapeutas-sexólogxs creyentes en la terapia de pareja.
Me di cuenta que desde pequeño yo había vivido con la colusión “PAREJA”. Desde pequeño soñaba con tener una pareja. Ya mayor, fui feliz por tener una pareja. Después me metí en problemas por tener dos parejas simultáneas sin haberles informado. Después volví a tener otra pareja. En mi vida jamás había cuestionado cómo quería vivir mis vínculos erótico-afectivos. Jamás había votado por esa forma exclusivamente bien vista de vivir las SexualidadES. Entonces, lo primero que hice fue rehacer esos módulos, pero ahora con el nombre de “Terapia de vínculos eróticos y afectivos”, que fue mi manera de no olvidar lo aprendido.
Hoy en día veo que la mayoría del mundo sexológico sigue pensando con base en el término pareja. Me siguen invitando a formaciones en sexología a nivel diplomado, especialidad, maestría y doctorado porque hay módulo sobre terapia de pareja. Eso se repite en congresos nacionales e incluso en mundiales de sexología, donde el término pareja sigue siendo muy importante. Algunos de ellos los titulan: “Pareja y sexualidad”, “Sexualidad y parejas. “Pareja y otras formas de vincularse eróticamente y afectivamente”, “Pareja y diversidad”, seguimos creyendo que el BUEN vivir es vivir en “PAREJA” o que tenemos que fortalecer primero la pareja para poder consolidar otros tipos de relaciones erótico-afectivas.
Cotidianamente en mis talleres, clases, cursos, ponencias o formaciones, pido que levanten la mano quienes estuvieron en la votación donde se decidió que vivir en pareja es lo mejor y lo más decente. Al igual que yo, la mayoría de las personas no estuvieron, y si no estuvimos, entonces, ¿por qué defendemos tanto el término y la vida en pareja? ¿Por qué? Espero que no se me mal entienda, pues quien reflexione o no reflexione y viva en pareja y le ajuste, merece todo mi respeto. En este caso, estoy reflexionando por lxs muchxs, que ya se lo cuestionaron y, por la colusión “PAREJA”, les vemos como anormales, enfermxs, lxs criticamos e incluso nos permitimos violentarlos.
Cuando hablo de SexualidaES, a menudo ofrezco la siguiente frase de Michel Foucault como un recordatorio de lo que seguramente sigo haciendo, con otras colusiones que no alcanzo a ver: “Los que nos quieren liberar no se dan cuenta que no son libres”. Por ello, es necesario en SexualidadES hacer una pausa que nos permita reflexionar sobre cada cosa dicha y habitada.
Muchas veces, me pregunto cómo seguir reflexionando y cuestionando temas sobre SexualidadES. Y he encontrado que el movimiento mexicano de Análisis y Terapia Existencial me acompaña y evidente me ayuda en ello. Esto se volvió a hacer patente el pasado fin de semana cuando, al dar un taller, repetí la siguiente frase de Edmund Husserl: “El conocimiento del mundo empieza por suspender su, hasta entonces, incuestionada validez”.
Quedan muchas colusiones por seguir analizando (hombre, mujer, género, preferencia, intersexualidad, transexualidad…), y sobre las cuales hay que intentar reflexionar para lograr que, parafraseando las palabras del Dr. Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson, la sexualidad que vivimos, que habitamos, no nos avergüence.
“Deberíamos dedicarnos a desaprender gran parte de lo aprendido
y aprender lo que no se nos ha enseñado”. Laing
Estas son algunas de las cosas, entre muchas otras, de las que hablamos en nuestro seminario: “Una Mirada Existencial-Fenomenológica de las SexualidadES”, en el Círculo de Estudios en Terapia Existencial.
Informes:
www.circuloexistencial.org/informes.
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