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Foto del escritorGabriela Flores

Comprender al otro en existencia pandémica. Patoaventuras de vivir en la pandemia.





Ahora comienzan a bajar los números en hospitales, con este dato algunos países empiezan a abrir sus fronteras, negocios, lugares públicos, etc. que conlleva mayor posibilidad de salir, por otro lado, existe el punto de vista de que mientras los números de infectados y decesos no bajen, y sigan en aumento, la cuarentena debería seguir en pie.

En un extremo están algunas personas que están saliendo como si nada, en el otro las personas que eligen seguir en cuarentena. En medio hay varios grises de acuerdo a la manera como cada uno de nosotros irá adaptándose a esta nueva normalidad.

Unos expertos nos recomiendan el uso de tapabocas, mientras otros nos muestran argumentos de que no sirve para nada. Por un lado escuchamos que no debemos tener miedo y por otro que las salidas son irresponsables.

Comienzan las polarizaciones de opiniones y por ahí circula un texto que nos invita a respetar a los que ya desean salir y a los que desean seguir guardados.



El hecho es que nos toca una nueva realidad, una nueva manera de existir. Encerrados en casa, saliendo poco, saliendo mucho, viendo gente, viendo poca gente o no viendo a nadie, saliendo con o sin tapabocas, creyendo o no creyendo en el bicho. Nos toca vivir una nueva existencia e involucrarnos a cada momento con personas que tendrán su propia perspectiva de la situación.

¿cómo respetar a los demás y respetar mi propia perspectiva en momentos en que quisiéramos aleccionar, regañar, protestar, demostrar, explicar que el otro no está viviendo como a nosotros nos parece correcto?

La intencionalidad fenomenológica. Brentano y Hüsserl

Algunos ya conocen el ejemplo del faro. Nuestra conciencia es incapaz de percibir absolutamente toda la realidad, así que ilumina únicamente una parte, así como un faro ilumina sólo una sección del océano en la noche.



¿Por qué?

Por nuestra historia de vida, nuestras experiencias, lo que hemos estudiado, lo que leemos, con quienes nos juntamos, etcétera, etcétera. Vemos sólo un pedazo de toda la realidad que está allá afuera y además la significamos de una manera específica. Cada persona hará esto de manera distinta, pues ninguna puede experimentar igual que otra.

Algunos seremos parecidos y nos identificaremos viendo las cosas de modo similar, otros seremos muy distintos.

Actitud Natural

Experimentamos la vida por medio de la conciencia. Y todas las experiencias hacen alusión a algo: experimento algo, vemos algo, sentimos algo. Ese algo no es toda la realidad que está allá afuera, cada individuo tiene una intencionalidad, es decir ilumina como un faro ciertas cosas que no ilumina otra persona, y aunque dos personas iluminemos lo mismo, lo significaremos de distinta manera, por toda la historia de vida y otras cosas más. Esta manera de experimentar el mundo es nuestra actitud normal, llamada por Hüsserl “actitud natural”.



Es decir la actitud natural es nuestra experiencia de algo, cargada de significados, osea juicios, ideas, creencias, que le dan a la experiencia un modo de ser específico.

Con una actitud natural, experimentamos la vida de manera específica (con ciertos juicios, ideas, creencias, valores, etc.) debido a que la conciencia que tenemos de la realidad, conlleva una intencionalidad (sólo iluminamos una parte de la realidad debido a nuestra experiencia de vida, lo que leemos, con quienes nos juntamos, etc.).

¿Cómo respetar la perspectiva de los demás?

El problema, podríamos decir, es que esta actitud natural, la forma como experimentamos la vida y las situaciones, nos parece tan normal y natural que la damos por sentado y llegamos a pensar que es la pura verdad. La neta del planeta.



Nos olvidamos que es únicamente nuestra perspectiva y que somos ese faro que está iluminando una parte del océano. Nos olvidamos que significamos las cosas de una manera específica, que tiene que ver con todas nuestras ideas, creencias, valores, juicios construidos por nuestra historia de vida, todas nuestras experiencias pasadas, lo que leemos e incluso con quién nos juntamos.

De este modo nos olvidamos que otras personas experimentan diferente, significan distinto, traen una historia de vida disímil a la nuestra, leen otras cosas y se juntan con personas que discuten temas ajenos.

Si comenzamos a recordar que nuestra manera de ver las cosas es sólo nuestra perspectiva, y que no es la verdad para todas las personas, quizá podemos ver lo que ellos opinan y lo que ellos hacen como SU perspectiva; y entonces en lugar de acusarlos, enojarnos, aleccionarlos, regañarlos, retarlos, podríamos, quizá, apreciar su propia perspectiva.


En el mejor de los casos, si todos nos ponemos en ese lugar, podemos compartir distintas perspectivas y respetarlas todas.

¡Es muy difícil! Pero es un camino cuando queremos respetar y/o comprender a otras personas.

A veces porque son nuestros amigos, a veces nuestra propia familia, a veces sólo por necesidad de comprender qué sucede, por qué hacen eso, por qué no entienden, por qué se comportan así.

Espero que este camino que aporta la fenomenología existencial hermenéutica, que intento explicar con peras y manzanas nos pueda ayudar en algo cuando nuestra intención es comprender al otro.




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