Un saludo especial para cada uno de ustedes, bienvenidas y bienvenidos a nuestro encuentro existencial. En esta oportunidad quiero conversar respecto al tema del Amor Propio. Estoy llevando a cabo un grupo terapéutico gratuito para mujeres, en donde las integrantes han tenido la oportunidad de compartir sus experiencias de vida y re-conocerse como iguales, con historias que nos atraviesan y nos unen, con dolores compartirdos, angustias similares y miedos que inmovilizan y agobian.
Dentro de este grupo, uno de los temas que primero surgió fue el del “amor propio”, las mujeres del grupo hacían referencia constante a la necesidad de incrementar su amor propio, de tomarlo en serio, de ponerlo en práctica, todas coincidían en eso, sin embargo; al preguntar y… ¿De dónde es que surge el amor propio?, nos quedamos sin respuestas.
Recurrimos entonces a la experiencia de vida de cada una; ¿Cuándo se dio cuenta de que existía el amor propio?, ¿Cómo supo que tenía – o no tenía- amor propio?, ¿Cómo saber cuál es la medida del amor propio de una persona?.
Al responder cada pregunta compartiendo las vivencias de estas mujeres, logramos identificar que mucho del amor propio no es propio, mucho del amor propio y la valía personal que se daban estas mujeres venía de afuera, dependía del reconocimiento o señalamiento del otro, sabían que tenían amor propio porque alguien más les dijo que debían amarse un poco más, darse valor, descubrieron que había una medida cuando alguien más les señaló que tiene muy poco amor propio , sintieron que podía crecer su amor propio cuando otra persona les dijo está bien lo que haces, está bien lo que piensas, está bien lo que dices y está bien lo que sientas.
Entonces la pregunta se hace cada vez más válida, ¿cuánto de propio tiene el amor propio?. Desde que somos pequeñas, se nos enseña que somos buenas porque el otro aprueba nuestras acciones, aprendemos a dar valor al criterio del otro, a la observación que el otro desde fuera puede hacer sobre mí y lo que siento dentro mío. Sobreponemos el criterio y la valía del otro sobre la nuestra. En la adolescencia, con sus crisis propias, se esperaría que esta situación se cuestione y se ponga mayor atención a los criterios e ideales personales por sobre los impuestos por el medio, lamentablemente no siempre pasa eso, y mucho menos probable en el caso de las mujeres que suelen estar sometidas o autosometidas a criterios de evaluación externos muy estrictos. Y entonces, así de a poco, cedemos el poder sobre nuestro amor propio a los demás y acabamos convencidas de que tenemos amor propio cuando el otro nos lo reconoce.
Retomar lo propio del amor propio es el reto, tener la capacidad de mirarme, cuestionarme, definirme y redefinirme, con el otro, sin el otro y a pesar del otro. Entonces si podré decir, tengo mi amor propio, basado en mi propia percepción de lo hago y en mis criterios de valía. Lógicamente estos criterios no se crean solos, siempre estarán en una dinámica constante con el medio, con el otro, la otra y los otritos que me rodean, pero la diferencia es que ahora, la última palabra sobre mi amor propio… la tengo yo.
Espero sus comentarios y sugerencias sobre temas a tratar.
Un abrazo profundo para cada una y cada uno de ustedes.
Anita.
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