Bienvenidas y bienvenidos a nuestro encuentro existencial.
Después de un largo silencio, me animo a escribirles nuevamente. Nuestro país pasó un momento sumamente crítico, que me confrontó con una realidad que hubiera querido no ver. Por primera vez palpé muy cercanamente la pobreza humana, y no hablo de la pobreza económica, sino de la carencia de valores, de principios, de solidaridad, de amor al prójimo, de sensibilidad, de dolor… Vivir eso me desesperanzó, sentí un vacío muy grande en mi interior, sentí que perdía la fe en nuestra raza humana, me cuestioné duramente sobre el mundo al que había traído a mis hijas y qué les estaba heredando.
Afortunadamente la luz no tarda en llegar, una luz que comenzó como una pequeña flamita y que luego poco a poco se fortaleció y prendió nuevamente mi fuego interior. De a poco las personas que querían hacer algo positivo en este momento obscuro de nuestra historia se fueron sumando, acciones aparentemente pequeñas como llevar una cobija o una libra de arroz acabaron siendo importantes cuando regresabas a ver y te encontrabas con muchas manos y corazones haciendo lo mismo.
La esperanza renació en mi interior, ese enorme vacío que experimenté se llenó nuevamente de amor, porque estoy convencida de que el amor es la única energía que puede cambiar el mundo, ese amor vuelto acción, ese amor convertido en un plato de comida, en un vendaje, en una palabra oportuna, en solidaridad, en una oración profunda y sentida.
Pienso que todavía la crisis no ha pasado, no puedo evitar sentir que estamos viviendo en una burbuja de mentiras, pero estoy más en paz, porque siento que salí fortalecida y que, si bien es cierto los políticos y “representantes” nuevamente me han decepcionado, la gente de mi país me ha enseñado que puedo confiar y que definitivamente los buenos somos más.
Así, un poco golpeada todavía, pero con las energías renovadas, regreso a este espacio, para compartir con ustedes mi experiencia y para seguir contándoles mi pensamiento y mi sentir.
Ahora estamos cerca de celebrar el día internacional de la no violencia a la mujer y, en mi Facultad organizo cada año una feria denominada Co-existir en Paz, porque somos varios, cada vez más, quienes estamos haciendo algo por lograr esa coexistencia armónica entre todos, todas y toditos…
Gracias por estar ahí, seguiremos en contacto. Seguiremos encontrándonos.
Gracias Gaby! Me gusta saberte cerca a pesar de la distancia. Un abrazo solidario para tí.
Me preguntaba seguido cómo estabas. Me da gusto saberte. Te acompaño en la lejanía de otro país empobrecido en esta nuestra América Latina.